Mostrando entradas con la etiqueta Urbanismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Urbanismo. Mostrar todas las entradas

lunes, 7 de diciembre de 2009

Errores históricos (II)



















La primera entrega de esta serie estaba centrada, valga la redundancia, en el centro del pueblo y sus primeras construcciones.
Ahora nos vamos a ir a la zona más densamente poblada y donde se ha cometido el error histórico mayúsculo del diseño urbanístico de Pinoso: el barrio de San Antón y un edificio municipal del que hablaremos mása adelante.
Desde que Pinoso empezó a dibujar su casco urbano, el badén que entonces todavía no se llamaba de Rico Lucas (Isidro) era la frontera natural que nadie se atrevía a pasar. Del badén a Rodriguillo solo existía un surtidor de gasolina, un cementerio y la ermita de San Antón.
Y la ubicación del cementerio es un claro exponente de donde creían los antiguos que el pueblo no avanzaría. Los campos santos se sitúan en las lejanías de las urbes para que nadie deba soportar malos olores, visiones dantescas y los fuegos de San Telmo después de las tormentas. Cuando los primeros ediles de Pinoso pusieron en el actual Jardín Municipal el cementerio, estaban convencidos que jamás el pueblo avanzaría hacia la salida de Murcia, que el badén sería un accidente natural suficiente para alejar el crecimeiento del pueblo en esa dirección. Incluso la ermita de San Antón es otro ejemplo de esas capillas situadas en el extrarradio que sirven para romerías, paseos en tardes otoñales, pero nunca para verse rodeadas de viviendas y comercios.
Después de pasar el badén la vereda ocupaba y recuperaba las setenta y cinco varas de amplitud que traía al adentrarse en el casco urbano procedentes del Paredón para seguir su camino a Fortuna atravesando su desierto.
Pero los alcaldes de 1800 y principios de 1900 no imaginaron en mal que acecharía a Pinoso, el de la especulación. El cementerio tuvo que ser alejado un kilómetro hacia su destino actual, el cambio de rasante que ofrecía el olivar de Liborio de forma que la puerta del sagrado recinto todavía diera vistas a Pinoso, pero el cementerio en la vertiente con aguas a Rodriguillo y a la sombra del Cabezo de la Sal. No creamos que el cementerio está tan lejos, los quinientos metros que le deben protejer a la redonda de viviendas se ven amenazados por construcciones aisladas, carreteras, futuras rotondas y/o autovías. Parece que Pinoso sea un pueblo que tenga tendencia a crecer persiguiendo lugares de fatal destino.
Pero más lamentable es que Pinoso haya crecido hacia la parte más peligrosa del casco actual; la zona inundable que el pueblo sabiamente bautiza como Barrio de la Rana o la calle Calderón de la Barca .
Cuando se contruyó el colegio San Antón (anteriormente una era reconvertida en campo de fútbol), después que Pinoso ya le hubiera perdido el miedo a construir allende el badén, a su vera solo quedaban bancales en profundo desnivel, la casa de los Ratones, y muy al fondo la granja de Manano. Pues bien, esa zona que era el desague natural de los barrancos del Cabezo y que nadie creía ver reconvertida en calles urbanizadas, también fue elegida por la mano negra para instalar entre otros el edificio con más peligro de nuestro pueblo: la Escuela Infantil Municipal "La Cometa". Un edificio que se encuentra por debajo del nivel de las calles colindantes y que es susceptible de inundación a las primeras de cambio. Es el error histórico de mayor envergadura y al que habría que dar solución inmediata. Hasta ahora lo que se ha hecho es medio planificar una evacuación en caso de urgencia, trasladando a los ocupantes al edificio municipal más cercano con garantías de alivio: la Casa de la Música o el Teatro- Auditorio, pero no es solución definitiva ni garantista: la Escuela Infantil sigue por debajo del nivel del resto de calles.
Y una pregunta para cerrar: ¿hacia adónde debería crecer Pinoso? Era difícil de dibujar. Pinoso está en el cruce natural de varias ramblas: la del Carche, la del Paredón, la de Encebras, las del Cabezo. Tan solo la Torre del Reloj y la montañeta que ubica al actual Barrio de Santa Catalina salvan a sus moradores de avalanchas descontroladas de lluvias torrenciales y lo que conllevan.
De la Iglesia hacia abajo el peligro crece a cada metro, pero para lo poco que llueve...

jueves, 22 de octubre de 2009

Errores históricos

Urbanísticamente Pinoso es un desastre. Un pueblo moderno (tenemos sólo 183 años) presenta graves deficiencias en el planeamiento. No podemos escudarnos en que la historia nos dejó un legado insalvable como a otros pueblos (Novelda, Aspe) llenos de callejuelas sin posibilidad de tránsito rodado, aparcamiento, insalubres por no poder pasar las máquinas barredoras, con humedad por ausencia de un bendito rayo de sol. No es el caso. Pinoso no tuvo que ser un pueblo que de apiñara para facilitar la defensa de ataques enemigos. Aquí el enemigo lo teníamos dentro, que es donde mejor está.
Y así podemos ver en la que con toda probabilidad fuera la primera casa de Pinoso (el actual edificio que alberga Cajamurcia, antes Ferretería de Enrique Mira) que no ejerció su soberanía, ya que el Ayuntamiento sobresale de la bajada de la calle del Reloj, provocando que las aguas que bajan alegres por la escalinata choquen de frente con la Casa Consistorial y hagan un reguero buscando la salida hacia el badén, bien por Cánovas del Castillo o por Luis Salinas dibujando una "chicán" que ni en los mejores circuitos de fórmula uno. ¿Se imaginan que la calle del Reloj fuera en línea con Cánovas del Castillo? Por cierto, el bulevar es conocido en los mentideros actuales por la calle de la castañeta, por el ruido de las baldosas (remedo de adoquines) sueltas cuando pasan los coches. Si así fuera desde el badén ser vería una calle majestuosa y no la calle embudo con acceso angosto a la plaza del Ayuntamiento. Y la Torre del Reloj, único monumento de este joven pueblo luciría majestuosa si no se hubieran levantado dos errores históricos, los mazacotes de edificios que flanquean el inicio de la calle Sagasta. ¿Pero es que los alcaldes que firmaron la licencia de obra de estos "truños" vendían los iguales? Propietarios de tales desaguisados históricos han sido concejales a posteriori, e incluso alguno ha querido hablar de estética urbanística desde su puesto de mando. ¡Letal!
Por seguir en el entorno de la plaza del Ayuntamiento, el arranque de la calle de San Roque (actual Maestro Domenech) ha sufrido históricamente la desidia y la prevaricación. ¿Se imaginan desde la Iglesia ver toda la calle 12 de febrero de 1826 prolongada hasta la calle San Roque? Pero el famoso jardín de la casa de don Antonio "el castellà" era particular o privado según si él era el alcalde o le arrebataban la vara, cosa que sucedió en alternancia varias veces a lo largo de su época. Finalmente lo compró el Ayuntamiento, pero para poder recuperar el error histórico todavía queda una finca particular que se intentó permutar, pero las negociaciones no llegaron a buen puerto. Tiempo al tiempo y quizá algún día desde la puerta de mi casa natal pueda ver El Sequé.
Pero otros errores históricos recientes merodean los alrededores. En un afán de darle al callejón algo de anchura a las aceras, cuando se rehabilita la casa de Maestro Domenech, 1 se le hace retranquearse para ganar medio metro a la baldosa. Y meses después se echa al suelo el antiguo garaje de La Noveldense y la esquina donde su ubicó el famoso Bar Bahía y no sólo no se retranquean, sino que el ladrillo caravista con que afean el edificio sobresale de la acera izquierda del callejón que antes medía 20 centrímetros y que se quedó en 15. ¡Pasen y vean!
Y para colmo de males, como el plan general ha tardado tanto en entrar en vigor, tenemos en la calle 12 de febrero edificios de dos plantas y de tres. Y como nunca se ha escrito una línea de como edificar conservando el estilo, pues de todo tenemos, como en botica.
Y esto sólo del centro de pueblo, ya haremos visitas a otros errores históricos, algunos de suculento moje para faltriqueras ávidas.