domingo, 12 de diciembre de 2010

PP y corrupción


La revista de humor gráfico El jueves es una de mis revistas preferidas por el análisis tan certero que hace de la clase política española. El número dedicado a Rajoy no tiene desperdicio (nº 1746, del 10 al 16 de noviembre de 2010). Hace poco el líder del PP dijo estas cosas en una entrevista concedida a El País: que le gustaría hacer en España algo similar al plan de ajuste llevado a cabo por Cameron en el Reino Unido, que no se compromete a mantener la ley del matrimonio homosexual, que le consta que Camps es muy honrado (sic) y que llamó al alcalde de Valladolid para decirle que se había equivocado con lo de los morritos de Leire Pajín, pero que celebraba su rectificación.
Como está claro que cada vez que habla nos enseña el programa neoliberal y ultraderechista del PP, en su propio partido le han recomendado que tenga la boca cerrada hasta después de las elecciones de 2012, no sea que acabemos descubriendo que su idea de España es la privatización absoluta de la sanidad y la educación, y ale, el que tenga dinero que pague estos servicios. Esto lo digo porque el otro día el señor Aznar dijo que "lo del Estado de Bienestar debe ser revisado".

Sin embargo los tiros de este artículo no van por ahí, sino por cómo maneja el PP los casos de corrupción que salpican a buena parte de su cúpula dirigente, léase Camps, il Fabbrino, Ricardo Costa, Ripoll, Jaume Matas, el director de Canal 9, afines del universo gurteliano, etc., etc. Si el PP tiene un libro de instrucciones sobre qué decir cuando la corrupción aprieta, más o menos vendría a ser el siguiente (me inspiro en una viñeta de El Jueves):
- Si la policía recoge pruebas.... dicen
"¡Es intolerable este acoso!"
- Si la prensa da la noticia... dicen
"¡Hasta que no hable el juez, no se puede decir nada!"
- Si el juez imputa a alguien... dicen
"¡Hasta que no se emita sentencia, no se puede decir nada!"
- Y si un día lejano se dicta sentencia... dicen
"¡Y dale con lo mismo, de este caso ya se dijo todo lo que había que decir!"

Si llegan las elecciones, entonces sueltan aquello de "al final, quien juzga es el elector, que con su voto absuelve o condena con más dureza que el tribunal...".

Esta frase se la tiene bien aprendida un político de este ayuntamiento, que repite hasta la saciedad que el pueblo de Pinoso es muy sabio y pondrá a cada uno en su sitio. Este político fue el que puso a su hermano en un "sitio" (del ayuntamiento).

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